La subversión guerrillera en el albor de la democracia representativa venezolana

«La verdad es que socialismo o comunismo que no inspiren miedo son como el mamón macho, hermosos pero estériles».

— Domingo Alberto Rangel

La experiencia insurgente en Venezuela, aunque menos intensa que la de otros países latinoamericanos (en particular Colombia), no deja de revestir interés como tema de estudio e investigación. Tuvo la Guerra Fría como telón de fondo y se produjo, a juicio de Américo Martin, principalmente por la conjugación de dos factores: (1) la crisis social interna y (2) la eclosión revolucionaria en tierras cubanas.

A causa de la merma del ingreso petrolero, el gobierno de Betancourt se vio forzado a tomar medidas impopulares y promulgó una Ley de Urgencia Económica que redujo en 10% los salarios. Entretanto, en Cuba, Fidel Castro y sus rebeldes consiguieron «asaltar los cielos» y hacerse con el poder.

El descontento con la democracia incipiente, que se vendía como panacea, jugó un rol considerable en que se buscase emular el modelo castrista. Algunos actores tomaron las armas por un deseo vago de ayudar a los pobres o por vengar a familiares y amigos caídos; otros, en cambio, lo hicieron por orden expresa de sus partidos y bajo una agenda política clara.

El comandante Magoya, guerrillero local de gran nombradía en su tiempo, le confesó al historiador Agustín Blanco Muñoz que se incorporó a las FALN: «(…) inconsciente de que existía un Partido Comunista. Creía en los fusiles y en ese ‘campesinero’ (sic) que nos respaldaba, porque ellos tampoco creían en partido. [A los campesinos] no les decíamos nada de partido, sino que nosotros éramos el ejército del pueblo y que luchábamos por los pobres».

Ángela Zago, que también integró las filas subversivas, ofrece una versión distinta: «Yo ingreso en la lucha armada por una decisión de partido [que era una estructura vertical leninista]. Nosotros sí teníamos una gran formación ideológica y discutíamos en profundidad filosofía marxista».

Contexto social y antecedentes

Los cuarenta años que discurren entre 1958 y 1998, aunque representan una etapa de importantes avances para Venezuela, no estuvieron exentos de convulsiones y enfrentamientos políticos. En ellos se suscitaron atentados, intentonas golpistas, fallidas invasiones militares, encendidas protestas estudiantiles, magnicidios frustrados y toda clase de sucesos que remecieron la vida nacional.

En buena medida, esto fue reflejo de un clima social y de unas dinámicas que se reprodujeron a escala planetaria en el marco de la Guerra Fría y el orden bipolar. Bajo dicha bipolaridad, se enfrentó un campo liderado por Estados Unidos y otro por la extinta Unión Soviética. Grosso modo, el primero abanderaba la democracia liberal y el modo de producción capitalista; en tanto que el segundo abanderaba la democracia popular y el modo de producción socialista. 

Es en el marco de la buena relación bilateral entre Washington y Caracas que es lanzada la Doctrina Betancourt y que el país entra en la Alianza para el Progreso. Tal hecho implicó la recepción de ayuda económica estadounidense, aunada a una ruptura de relaciones diplomáticas con regímenes de corte autoritario. Lo último sobre todo con el fin de aislar a la Cuba revolucionaria a la que, además de antidemocrática, se consideraba responsable de injerencia por asistir económica y militarmente a los comunistas vernáculos.

La década del 60 quizá haya representado el punto más álgido de la agitación política en la segunda mitad del siglo XX. Fue en este periodo donde, por ejemplo, se vio el auge de la teoría del foquismo en América Latina y se desencadenaron los sucesos del Mayo Francés, cuyas reverberaciones se dejaron sentir en países tan dispares como México o Japón (véase el movimiento Zenkyōtō).

Sumado al contexto internacional antes descrito, hubo una serie de circunstancias endógenas que propiciaron un clima de inestabilidad en las presidencias de Rómulo Betancourt y Raúl Leoni. A pesar de que episodios como el protagonizado por Jesús María Castro León o los denominados Carupanazo, Porteñazo y Barcelonazo se trataron de intentonas militares más bien clásicas, el desafío más pertinaz al que se enfrentó la naciente democracia representativa fue el de la insurgencia guerrillera.

Sectores inspirados en la revolución cubana —que o bien no habían sido integrados en el Pacto de Punto Fijo, o bien no se habían constituido cuando este se produjo— pergeñaron una conspiración para conquistar el Estado. Aunque sus ambiciones nunca se materializarían del todo, sí lograron ejercer una influencia considerable en diversos ámbitos públicos, tales como la academia, el sindicalismo y la comunicación mediática.

Hacia las décadas del 80 y 90, algunos exguerrilleros que habían depuesto las armas inclusive participaron en funciones institucionales. Entre ellos destacan Pastor Heydra y Teodoro Petkoff (ministro de Comunicación en el segundo gobierno de Carlos Andrés Pérez y ministro de Cordiplan en el segundo gobierno de Rafael Caldera, respectivamente).

En un inicio las fuerzas radicales, con el PCV de Gustavo Machado a la cabeza, apostaron por un «viraje» de los elementos ubicados más hacia la izquierda de Acción Democrática para emprender una revolución. Pero tal cosa no se produce y, con el correr del tiempo, dichos elementos se desmarcan del partido creando escisiones. La primera de ellas fue la del PRN (luego conocido como PRIAN) en 1962, seguida por la del MIR en 1967 y la del MEP unos meses más tarde ese mismo año.

La escisión del MIR, por su parte, desarrolla un brazo armado. La guerrilla «mirista», en conjunto con otros grupos subversivos que van apareciendo, se lanza a combatir al ejército en la búsqueda de derrocar al gobierno adeco. Gobierno que, lejos de radicalizarse como aspiraba Machado, ejecuta medidas de corte socialdemócrata y estrecha lazos con Estados Unidos, a la sazón presidido por John F. Kennedy.  Es así como se da origen al fenómeno guerrillero venezolano, que en el transcurso de este reportaje será desmenuzado por especialistas desde varias perspectivas ideológicas. Figuras que en algunos casos no sólo estudiaron los hechos de la época tratada, sino que incluso tomaron parte en ellos.

Silvio Salas
Silvio Salas
Venezolano, comunicador social que ha publicado en diversos medios internacionales. Se dedica a los campos de la metapolítica y la investigación historiográfica.

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