La muerte de José Antonio Páez, mitos y curiosidades. El acta

En la mayoría de las biografías escritas sobre el Gral. José Antonio Páez poco se trata sobre sus últimos diez años de vida, y en cuanto a su muerte muy pocos han escrito. Hemos leído a autores como Américo Briceño Valero, Miguel Páez Formoso, Manuel Landaeta Rosales, Antonio García, Rafael Arraiz Lucca, Adolfo Blonval López y Argenis Zuloaga y en sus trabajos omiten cualquier mayor dato sobre la muerte. 

 Los pocos autores que tratan el tema señalan que su muerte ocurrió el 6 de mayo de 1873 a causa de una repentina bronconeumonía o pulmonía ocurrida luego de una cabalgata en el frío clima de las calles de Nueva York. Finalizaría así, la vida, o la epopeya del gran centauro, casi que montado sobre su caballo, como rindiendo su vida mientras jineteaba un brioso corcel. En este sentido están los siguientes historiadores:

Alirio Gómez Picón en “Páez fundador del estado venezolano”:

“veían a aquel jinete con su estampa agradable y sus cabellos blancos sobre el lomo de su corcel, desafiando muchas veces las inclemencias del tiempo, hasta que un día un viento ligero a consecuencia de un brusco cambio estacional le ocasiona un resfriado que a poco se convierte en una pulmonía fulminante que rompe fatalmente el hilo de su existencia…” (pag. 446)

Por su parte José Nucete Sardi en su biografía del héroe repite:

“ De vez en cuando dará paseos por el Central Park, anciano pero gallardo y perito jinete recordado por sus llanuras, hasta que un resfriado que pesca en uno de esos paseos se transforma en pulmonía y lo lleva a las silenciosas llanuras de la muerte” (pag. 186)

Roger Porras Belisario en su  monumental obra “Cronología Historiográfica del General José Antonio Páez” señala en el mismo sentido;

“Ya repuesto de sus quebrantos reinicia sus acostumbrados paseos, a caballo, por el Central Park, en uno de los cuales sufre un resfriado que termina con su existencia después de trece días de guardar cama..” (pag. 658)

Podemos citar también a Alirio Gómez Picón en “Páez a través de la Historia”:

“Moriría en New York de una pulmonía. El cíclope caería vencido. La ciencia sería impotente para librarlo de las garras de la muerte.” (pág. 53)

Esta versión tendría su origen en una noticia publicada en el New York Herald, que reseñó la muerte del venezolano. ¿Pero en realidad esto ocurrió así?

Pero antes veamos algo de sus últimos años. Vivió dos años en Argentina y uno en el Perú. Desterrado de Venezuela se le confirió el grado de general en Argentina, Perú, Bolivia y Colombia, incluso con goce de su sueldo, mientras estuvo en aquellos países. 

En sus últimos tiempos residía en Nueva York. Como es de esperarse el paso del tiempo y la dureza de su modo de vida empezaban a dar muestras de desgaste en la humanidad del viejo general. 

A los 68 años, el 25 de noviembre de 1858, Páez es invitado a participar en un desfile en Nueva York.  Lo van a buscar a su casa un escuadrón de dragones y ataviado con lujoso uniforme de caballería monta en un brioso corcel y parte hacia el lugar del desfile. Páez cabalgaba junto al comandante de la parada y su estado mayor cuando, de repente su caballo tropieza y cae sobre su costado derecho y sobre la pierna del llanero. El veterano jinete, sin desmontar hace que el animal se pare, pero el equino vuelve a caer, esta vez por el costado izquierdo aplastando la extremidad de ese lado del general. Páez hace que el caballo se vuelva a levantar, para volver a caer, y el general trata de pararse, pero no puede por las lesiones que sufrió. Varias personas acuden a ayudar y cargan al anciano y lo llevan hasta el Hospital Astor Palace. Allí los médicos diagnostican:

“una dislocación compuesta, de la articulación del dedo grande del pie izquierdo, con una laceración extensiva de los tegumentos de un carácter muy serio. Hay una contusión extensiva y esquimosis, y es imposible decidir en este momento cuales serían los últimos resultados. Si la inflamación es extensiva, podría causar la pérdida de las partes. La herida es lo más peligrosa, en razón de la edad avanzada del General, aunque él tiene a su favor una excelente constitución y gran fortaleza física”. (pag. 550, Porras Belisario, Cronología…)

Las heridas lo dejaron tan maltrecho que cuando a los pocos días Páez se embarcó para Venezuela lo tuvieron que transportar entre cuatro soldados en una litera. El accidente no pasó de ahí. 

Pero años más tarde la vida del “Centauro del Llano” vuelve a estar comprometida: 

A principios de 1872 Páez viaja desde Nueva York donde residía al Perú. El gobierno de ese país le nombra general y le asigna un sueldo de 8.000 soles anuales pagaderos por adelantado. Llega a la nación inca el 17 de marzo y es recibido calurosamente. Por su correspondencia podemos ver que el llanero de 82 años ya se encontraba enfermo en sus últimos meses. Páez estuvo en Perú hasta finales de 1872, pero según escribió a un amigo argentino “por no sentarle bien el clima de Lima” decidió regresar a Nueva York a principios del año siguiente. 

En efecto, en carta a su hijo Manuel Páez, fechada en Nueva York el 15 de marzo de 1873, el centauro dice:

“Espero que al recibo de esta ya habrás abrazado a tus hijos, y ellos te darán informes circunstanciados de mi salud.” 

Esto de “razones circunstanciadas de mi salud” evidencian un serio quebranto. Posiblemente sus nietos, los hijos de Manuel, habían viajado a enterarse de la suerte de su abuelo y volvían con las noticias. 

Al día siguiente vuelve a escribir a Manuel al referirse a su regreso a Venezuela, luego de que recibiera una carta de Guzmán Blanco autorizando su venida:

“Pero mi salud aún quebrantada, no me permite cumplir inmediatamente con mi deseo que hasta ahora no me había consentido realizar el estado anárquico del país”. O sea, ya estaba seriamente enfermo bastantes días antes de su deceso.

Mes y medio después se produce el fallecimiento del viejo general. La información de la causa de la muerte la proporciona “The New York Herald”; según Vitelio Reyes, biógrafo de Páez, el diario newyorkino señala que el deceso del venezolano se debió a “una bronconeumonía adquirida luego de un paseo a caballo por Nueva York”. Como dijimos arriba esta hipótesis es asumida por todos los historiadores. 

Pero la versión que da el cónsul de Venezuela en comunicación oficial el 14 de mayo de 1873 al ministro de relaciones exteriores es otra muy distinta. Leamos:

“Con el más profundo dolor doy a V. la triste noticia, de que a las siete y media de la mañana del 6 del corriente, falleció en Nueva York, el Ciudadano General en Jefe José Antonio Páez, de resultas de inflamación de la vejiga, habiendo estado en cama tres días”

¿Por qué los biógrafos de Páez se adhieren a la tesis de la bronconeumonía y ni  mencionan a lo señalado por el cónsul? Posiblemente porque es más heroico morir a causa de un paseo a caballo y no por complicaciones del aparato urinario. 

Pero la solución al enigma la tenemos gracias al equipo de Venezuela Inmortal, la agrupación cultural liderizada por el dinámico periodista e investigador Francisco Pérez Alviarez, quien ha conseguido, gracias al apoyo de Nestor Sánchez en Estados Unidos, el documento legal fundamental que define la situación: el certificado de defunción emanado del Departamento de Salud de la ciudad de Nueva York. 

El certificado dice, entre otras cosas (en inglés):

Nombre: General José A. Páez, edad 84, color blanco, ocupación; caballero, lugar de nacimiento: Venezuela. Tiempo en EE.UU. 13 años, 

Tiempo del ataque hasta la muerte: 17 días.

Certifico que atendí al difunto desde el 20 de abril hasta el 5 de mayo. Lo vi con vida el 5 de mayo y murió el 6 de mayo aproximadamente a las 8 am y que la causa de la muerte es Prostatitis (primaria) y cistitis (inmediata). Tiene los datos de entierro y está firmado por el Dr. (ilegible) Truman.

Consultamos con un especialista en la materia, la médico geriatra Maribel Baute de Sabatino sobre su opinión del acta de defunción y su respuesta fue:

“Podría ser una infección urinaria baja que involucre a la vejiga y una hipertrofia prostática ( próstata grande) que induce obstrucción o retención de orina y por eso se infecta y luego pudo haber producido una insuficiencia renal crónica además de una sepsis o infección generalizada con falla de múltiples órganos, pero son muy pocos elementos y no describen sus síntomas ni la causa de muerte… Es solo conjeturas”

Sin lugar a dudas, queda descartado entonces el mito de la “bronconeumonía por el paseo a caballo” y deja en evidencia lo largo de la enfermedad (17 días). Este es un batacazo de Venezuela Inmortal. Un nuevo aporte a la biografía del Centauro del Llano. 

Fuentes consultadas:

Academia Nacional de la Historia. Documentos Para la historia de la vida de José Antonio Páez. Tomo I. Ediciones del Congreso de la República. Caracas. 1976

Academia Nacional de la Historia. José Antonio Páez visto por cinco historiadores. Fuentes para la historia republicana de Venezuela. ANH. 1973

Arraiz Lucca, Rafael. José Antonio Páez del mito al hecho. Editorial Arte S.A. 2024

Blonval López, Adolfo. Páez de guerrillero a magistrado y legislador. Universidad de Carabobo. 1976

Departamento de Salud de la Ciudad de Nueva York. Certificado de defunción de José Antonio Páez. Mayo de 1873

Gómez Picón, Alirio. Páez fundador del estado venezolano. Ediciones Tercer Mundo. 1978

Páez, José Antonio. Autobiografía. Librería y Editorial del Maestro. Caracas. 1956

Porras Belisario, Roger. Cronología historiográfica del general José Antonio Páez. Academia de Historia del Estado Zulia. Maracaibo 2022

Vaz, Carlos Alfonso. Páez y Argentina. Ediciones de la Presidencia de la República, 1973

Zuloaga, Argenis. Páez en Carabobo. Centro Socio Cultural San Joaquín. Fundación Polar. 1971

Luis Heraclio Medina Canelón
Luis Heraclio Medina Canelónhttps://venezuelainmortal.com
62, valenciano, abogado, individuo de número de la Academia de Historia del Estado Carabobo. Investigador de Venezuela Inmortal desde sus inicios. Columnista del diario NOTITARDE y de la revista INFORMATE. Colaborador de correodelara.com. Conferencista en Universidad de Carabobo, Universidad Alejandro de Humboldt, e Instituto Universitario Antonio José de Sucre, liceos y otras entidades culturales.

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