La familia Keneddy es una de las más notorias en Estados Unidos. La historia de la familia es muy conocida por su fortuna, por el poder que han ejercido y por la tragedia que ha signado sus vidas. Un presidente y un parlamentario fueron asesinados y alguno otro murió trágicamente.
Lo que es casi desconocido es que el primer Kennedy que murió trágicamente en el continente americano fue un inglés de ese apellido asesinado en Venezuela.

En Aroa, Estado Yaracuy, se encuentran unas famosas minas de cobre que fueran propiedad del Libertador Simón Bolívar.
En 1824 María Antonia, hermana de Bolívar, en su nombre las arrienda a una empresa inglesa, la Bolivar Mining Asociation que las explotó con mucho éxito. Ya muerto el Libertador, en 1832, las minas fueron vendidas a los ingleses. Como consecuencia del establecimiento de la empresa británica en la región, tanto Aroa, como Tucacas y Boca de Aroa florecieron y se desarrollaron.
La empresa generó mucho empleo y construcción. Aroa se convirtió en el principal centro minero de Venezuela. Entre 1828 y 1833 las casas de Aroa pasaron de 157 a 670 y los habitantes de 812 a 4460. Para 1832 más de 200 ingleses trabajaban en Aroa y se extrajeron aproximadamente 200000 t de mineral bruto entre 1824 y 1836.
Pero la tragedia ocurrió en 1836. El sábado 8 de agosto. Temprano había llegado un barco de Inglaterra con dinero para el pago de los obreros y otros gastos. Se cancelaron los salarios y ya a eso de las siete de la noche todos los trabajadores se habían retirado, quedando en las oficinas sólo los altos empleados cuando, intempestivamente una partida de unos quince negros armados de lanzas y machetes tomó por asalto las instalaciones. Los tres ejecutivos que se encontraban en el lugar eran el criollo Jove, el escocés Bozzi y el inglés D. Kennedy. Todos fueron asesinados.

Una semana se tarda la noticia en llegar a Caracas. Sir Robert Kerr Porter, cónsul británico en la capital señala así el hecho:
“ un muy horrible crimen perpetrado en las Minas de el 8 del corriente por personas desconocidas sobre 3 altos empleados señores Boozi, Kennedy y Jove (los dos primeros ciudadanos británicos y el último criollo). Ocurrió a las 7 de la noche y el objetivo de los asesinos ir a robar 8 pequeñas cajas que contenían, en moneda de oro y plata, alrededor de 12000 dólares. Por supuesto que medidas han sido adoptadas para aprender a los criminales pero ningún detalle se sabe”
Para aumentar la tragedia, el señor Ketch, administrador de la empresa, tan pronto se enteró de la tragedia en Caracas, salió para La Guaira y se embarcó en la primera goleta que salía rumbo a Boca de Aroa, pero con tan mala suerte que al levar anclas cayo al agua. Su cuerpo se perdió en medio de una mancha roja por lo que se supone fue devorado por tiburones.

Al poco tiempo las autoridades lograron capturar a tres de los asesinos, uno de los cuales confesó haber asesinado a Boozi. Mas tarde, en Barquisimeto y San Felipe, fueron detenidos otros hombres que derrochaban exageradas cantidades de dinero inglés en partidas de dados y no supieron explicar el origen de las fuertes cantidades de plata británica. Eran bodegueros y vendedores del pueblo de Aroa. Todos fueron fusilados.
Los crímenes de Aroa, la tragedia del administrador y las enfermedades tropicales que hacían serios estragos en los europeos que no eran resistentes a estas enfermedades hicieron a los propietarios tomar la decisión de cerrar y abandonar las minas. Ese mismo año la compañía fue liquidada y todos los trabajadores despedidos. Lo que había sido el principal pueblo minero de Venezuela y uno de los más activos, rápidamente se fue convirtiendo en casi un pueblo fantasma, arruinado y pobre. Le tocaba ahora vivir una época de miseria y abandono.
Catorce años más tarde el explorador alemán Karl Ferdinand Appun describiría así lo que encontró:
“ los pueblos anteriormente florecientes de Boca de Aroa y Tucacas se transformaron en lo que son ahora: pobres aldeas costaneras cuyos habitantes han de buscar apenas suficientemente su vida en la navegación y la pesca… el casco de una balandra colocada quilla arriba en las cercanías del el edificio grande que se hallaba también al comienzo de las ruinas atestiguan el esplendor desaparecido del una vez floreciente pueblo y la indolencia de los actuales habitantes”
Actualmente en el pueblo de Aroa las minas abandonadas son un atractivo turístico. Allí se encuentra el “Cementerio de los Ingleses”. Todavía se halla erguida la lápida que señala:
“M. Bousie
&
D. Kennedy
1836”

Un frío testigo de piedra en tierras tropicales del primer Kennedy que vino desde la brumosa Inglaterra a trabajar en América, donde lo que consiguió fue la muerte.
Agradecido a los investigadores yaracuyanos Ysmael Oropeza León y el Dr. Abrahan Jiménez
Fuentes:
Appun, Karl Ferdinand. “En Los Trópicos”.
Diccionario Polar de Historia de Venezuela
Ker Porter, Diario de un diplomático en Venezuela.
Verna, Paul. Las Minas del Libertador. Ediciones de la Presidencia de la República. Caracas.