A raíz de ciertas noticias ocurridas recientemente se me ocurrió preguntarles a algunas personas si sabían quien fue Francisco Fajardo. Varias fueron las respuestas que obtuve:
-Ni idea de quien fue.
-Un patriota de la independencia.
-El tipo que construyó una avenida en Caracas.
-Un conquistador español.
Entonces creo que es bueno recordar los viejos estudios de la primaria, en aquellos tiempos cuando los chamos venezolanos estudiábamos una materia que se llamaba “Historia de Venezuela”, materia prácticamente arrancada de los programas de estudios, por aquellos a quienes les conviene tener a una colectividad de ignorantes, a quienes mentir y engañar fácilmente.
LA CACICA ISABEL
Francisco Fajardo fue un mestizo margariteño. Nació aproximadamente entre 1524 y 1528, apenas unos veinticinco años después de que Colón llegara a Venezuela. Era hijo de una princesa guaiquerí llamada Isabel. Isabel había sido obsequiada a su padre, un español llamado también Francisco, por el abuelo materno de nuestro personaje, el cacique Charaima.
Es de recordar que en la cultura de muchas de las tribus amerindias era común utilizar a sus mujeres como mercancía; las regalaban a los visitantes, las intercambiaban por otra mercancía, o animales, las prestaban a los huéspedes, etc. La tribu del abuelo Charaima era conocida como los “mayas”, establecida en la parte península de Araya, que nada tiene que ver con el famoso imperio del mismo nombre que existió en Centroamérica siglos antes.
De este amancebamiento entre Francisco Fajardo padre y la princesa Isabel, nació Francisco. Luego, de que Fajardo padre tuviera que huir de Margarita, Isabel que posiblemente prefería la fogosidad veraniega y latina de los españoles a la proverbial pereza y pasividad de los hombres de su misma sangre, se casó con otro español, Alonso Carreño y procreó a otros dos hijos de nombres Alonso y Juan, que serían permanentes compañeros de aventuras de su hermano mayor.
Isabel, noble de sangre por ser hija, nieta y sobrina de caciques, era muy respetada entre su gente y entre los españoles. Debió ser muy bella, por aquellos tiempos, el poeta Juan de Castellanos, en su obra Elegía de Varones Ilustres de Indias le dedicó estos versos:
“Doña Isabel la India se decía
Señora principal, mujer bastante,
A quien grande respeto se tenía
Toda la tierra firme circunstante”
EL VIEJO FAJARDO
En cuanto a su padre, al que llamaremos el viejo Fajardo, era hijo de Don Martín Fernández Fajardo y nieto de Alonso Añez Fajardo, señor de Montealegre, por lo tanto era un hidalgo. ¿Qué quiere decir esto? Hidalgo es la abreviación de “hijo de algo”, es decir, descendiente de un noble. Sin entrar en mayores detalles debemos recordar que en aquellos tiempos, en Europa había una institución legal conocida como “el mayorazgo” y “primogenitura”, esto significaba que en una familia noble, el primer hijo varón, era el que heredaba títulos, tierras y riquezas. Los otros hijos eran “hijos de algo”, “hidalgos”, tenían nobleza de origen, pero no tenían derecho a heredar el título. Muchos de los “hidalgos”, no tenían más remedio que dedicarse al sacerdocio o a la milicia con la esperanza de conseguir ascenso social, reconocimientos y riquezas. Otros se convertían en aventureros. Quizás este último sea el caso del viejo Fajardo. Sea esta oportuna la ocasión para desmentir, una vez más, parte de esa “leyenda negra” inventada por los ingleses y repetida hoy por algunos de que los conquistadores eran todos unos delincuentes y vagos recién salidos de las cárceles. A “hacer América” vinieron gentes de todas clases y condiciones hidalgos, bastardos, aventureros, etc, quizás el único factor común que tenían era que para todos la peligrosa aventura resultaba mejor que quedarse en Europa, donde sus posibilidades de ascenso social estaban limitadas. Hoy vemos un fenómeno parecido con los miles de venezolanos buscan por el mundo un modo de vida mejor.
El viejo Fajardo llegó a ser la autoridad en Margarita, el “Teniente”. Allí le tocó defender a la isla de Cubagua del ataque del pirata hispano-francés Diego Ingenios, que atacó Margarita en 1528, en uno de los primeros ataques piratas en el Caribe que registra la historia. En esa ocasión el Viejo Fajardo, junto a medio centenar de guaiqueríes vasallos de Isabel su mujer, unidos en una sola tropa y a bordo de varias curiaras atacaron con fechas envenenadas al buque pirata “La Rochelle” de Ingenios y lo hicieron retirarse. Algunos historiadores consideran que este es el primer combate naval registrado desde el descubrimiento. El Viejo Fajardo sería entonces el primer defensor de esa tierra bautizada Venezuela ante una agresión extranjera.
Pero en lo administrativo la gestión del Viejo Fajardo fue mala, no cumplió con el poblamiento de la isla, no rindió cuentas, fue destituido y cuando le nombraron un sustituto se rebeló y se negó a entregar el poder, por lo que hubo que reducirlo por la fuerza. Para evitar ser condenado por rebelión tuvo que huir a Europa, dejando a Isabel con el pequeño Francisco en Margarita.
LOS VIAJES DE FRANCISCO
EL PRIMER VIAJE
Isabel desde que era un niño le contaba al joven margariteño sobre las tierras de sus abuelos, de los fértiles valles, lo fresco del clima, los bosques, los caudalosos ríos de las montañas que había mas allá de la pobre, calurosa y árida isla que lo vio nacer. El muchacho, de sangre noble europea por padre y noble guaiquerí por madre, era de fuerte y emprendedor carácter, astuto, valeroso e inteligente. Seguramente se le habían inculcado ideas de grandeza por parte de sus progenitores. Dominaba aparte del castellano y el idioma materno, también las lenguas de las otras tribus de la costa venezolana. Los relatos de su madre y los deseos de mejorar su fortuna y salir de la pobreza lo entusiasmaron a viajar a esas costas y tratar de poblarla, empresa que contó con el apoyo de Isabel, quien soñaba con una vida mejor para su hijo.
En abril de 1555 Francisco hace su primer viaje de exploración: Con los escasos recursos que tenía, apenas dos piraguas acompañado de sus dos hermanos y otro margariteño, así como de unos veinte guaiqueríes súbditos de su madre y llevando una poca mercancía para intercambiar con los nativos de las tierras a donde se dirigía. Navegando hacia el oeste, bordeando la costa, llegó hasta Chuspa, en la parte más norteña de lo que hoy llamamos el Estado Miranda.
Allí salieron a su encuentro unos cien indígenas capitaneados por los dos caciques de la zona, de nombres Sacama y Niscoto. Francisco, hablando en su idioma, pidió permiso para desembarcar y les explicó que andaba en son de paz, con intenciones de comerciar y hacer amistad. En el lugar cambió parte de las mercancías que traía por otras que obtuvo de los lugareños y afianzó su amistad para futuros viajes. A los tres días se embarcó nuevamente hacia el Oeste, llegando hasta donde reinaba el poderoso cacique Naiguatá, tío de su madre Isabel, donde igualmente intercambió objetos y recibió hospedaje, fomentando la amistad, más aún cuando supieron que era nieto del cacique Charayma. Desde allí entabló relaciones con otras tribus, lo que le permitió recorrer durante varios meses aquellas tierras y observar con sus propios ojos, lo que desde niño le había descrito su madre. A finales de año regresó a Margarita, con algo de oro y unas joyas producto de su comercio.
EL SEGUNDO VIAJE
Francisco permaneció todo el 1556 en Margarita y viene a hacer su segundo viaje en el año siguiente. Este será su primer viaje con intenciones de poblar. Ahora le acompañan su mamá, la princesa Isabel, personaje fundamental de su vida y aventuras, sus hermanos Juan y Alonso, otros tres margariteños y un portugués. También vienen cien guaiqueríes vasallos de la princesa Isabel; lleva también algunas armas y más mercancía para el trueque. Esta vez desembarca más cerca que la primera, en Píritu, donde se encuentra con tribus de indoamericanos cristianizados, cuyos jefes eran dos caciques amigos Alonso Coyegua y Juan Caballo. Allí se suman a la expedición cuatro españoles. También se le incorpora el cacique Caballo con otros cien indoamericanos.
Desembarcó esta vez cerca de Chuspa, en un lugar llamado Panecillo, donde fue recibido por los caciques del lugar, de la tribu de los caracas, Paisana y Guaimacuare, quienes ya habían escuchado sobre el explorador-comerciante y quienes serían personajes que tendrán importancia fundamental en el destino de nuestro personaje. En vista de la presencia de la princesa Isabel y la buena fama de Francisco labrada en sus tratos anteriores, los caciques reinantes les hicieron saber que les permitirían establecerse en el Valle de Panecillo, donde podrían labrar y fomentar un poblado. Francisco había logrado sus objetivos ¡
Ahora bien, el joven explorador realizó sus diligencias por su propia cuenta y riesgo, sin tener ninguna autorización o consentimiento de las autoridades de la provincia, quienes tenían que otorgarle los permisos correspondientes para poblar conforme a la ley. Así las cosas, Fajardo dejó a su gente en el Valle de Panecillo construyendo casas y labrando la tierra y con apenas dos acompañantes se embarcó hasta el puerto de Borburata, en lo que hoy es el Estado Carabobo. Desde allí emprende camino por tierra hasta El Tocuyo, en tierras de lo que hoy es el Estado Lara, donde tenía su asiento el gobernador, quien luego de escuchar su petición le da autoridad para poblar toda la costa desde Borburata hasta Macarapana con facultades para poblar todas las villas y lugares que considerase convenientes. Por la misma ruta regresó a Panecillo, donde su gente, inquieta por su tardanza, ya había construido varias casas y con la autoridad que tenía fundo la villa con el nombre de “Rosario”, según Oviedo y Baños. Según el Hermano Nectario María, Oviedo se equivoca y la villa fundada por Fajardo se llamó “Villa Catia”
Pero al poco tiempo algunos de los soldados de Fajardo incurrieron en abusos y vejaciones en contra de la población del lugar. Hartos de los abusos, los caciques se reunieron en asamblea para discutir el desalojo de Fajardo y su gente. Guaimacuare y Paisana tomaron posiciones antagónicas; mientras el primero era partidario de pedirle pacíficamente a Fajardo se retirase a Margarita, Paisana era de la opinión de atacarlo inmediatamente. Al final decidieron expulsar a Fajardo con la fuerza de las armas, pero Guaimacuare dio aviso a su amigo de que se planeaba un ataque en su contra. Francisco Fajardo preparó la defensa, levantó empalizadas y destacó centinelas listos para repeler el ataque que se produjo a los pocos días. Las tropas de Fajardo eran los cien guaiqueríes, los cien piritus del cacique Caballo y otros diez hombres ente mestizos margariteños y españoles. La pequeña villa resistió el ataque; con flechas y espadas derrotaron a las fuerzas del cacique Paisano causándole muchas bajas.
El único sitio por donde Fajardo podía retirarse era por mar, porque la villa estaba sitiada por todos sus costados excepto la costa, pero Fajardo no podía huir como era su voluntad, hasta que no reparara las piraguas, que se encontraban deterioradas, entonces planeó un ataque contra de las fuerzas de Paisano, que permanecían rodeando la villa. Así, en una noche oscura, utilizando casi todas sus fuerzas, y dejando a su madre con una pequeña escolta en el poblado Francisco tomó por asalto el campo de los de Paisana, que se encontraban todos dormidos, causándole muchos muertos, y retirándose tras sus seguras empalizadas prontamente.
Paisana aquella misma noche levantó el sitio y huyó del lugar con lo que le quedaba de su ejército. Superado el asedio los de Fajardo se dieron a la tarea de buscar los materiales para reparar sus pequeñas naves para retirarse, pero en ese ínterin la princesa Isabel y varios de los guerreros guaiqueríes y piritus de Fajardo murieron envenenados por Paisana, quien había envenenado el pozo de la villa. La muerte de su madre fue algo devastador para Francisco.
A punto retirarse a Margarita, llegaron unos emisarios de Paisana pidiendo permiso para venirlo a ver y hacer las paces, a lo que Francisco accedió dándole garantías, pero Fajardo fue advertido por Guaimacuare de que se trataba de una treta para asesinarlo. Tan pronto apareció Paisana, Fajardo lo capturo y lo ejecutó sin fórmula de juicio, junto a otros diez jefes que venían con su cacique. A los demás guerreros enemigos los dejó en libertad. Inmediatamente tomó sus piraguas y partieron rumbo a Margarita. Eran los últimos días de 1558.
EL TERCER VIAJE
En 1559 Fajardo organiza otra expedición desde Margarita, esta vez con toda la autoridad necesaria, para lo que previamente había viajado hasta La Española (hoy Santo Domingo, República Dominicana) donde directamente solicitó autorización a la Real Audiencia. En Margarita consigue unos doscientos guaiqueríes y una docena de españoles y mestizos; Adicionalmente tiene la ayuda de su amigo el cacique Guaicamacuare de Caruao, donde desembarca y deja a su gente para ir por tierra hasta el lejano Tocuyo a presentar sus credenciales al nuevo gobernador, el ambicioso Pablo Collado. En el peligroso trayecto por tierra, en aquella peligrosa tierra casi virgen, sin ningún tipo de caminos, y llena de tribus hostiles y desconfiadas, logra salir airoso ya que el locuaz y vehemente aventurero se entiende en los dialectos locales y hace valer su condición de hijo de Isabel, la reputada cacica guaiquerí. El cacique Terepaima, jefe de los meregotos, llega hasta escoltarlo hasta las cercanías de Valencia para que siga seguro su camino.
En el Tocuyo el entusiasta gobernador Collado le presta su apoyo también que le envía 30 soldados, y ganado y le da el título de “teniente general” bajo su jurisdicción. De regreso se detiene en Valencia, donde adquiere más ganado para su hato y otros materiales necesarios, y se le incorporan otros hombres. Con sus reses atraviesa lo que hoy llamamos los Valles de Aragua, se encuentra nuevamente con Terepaima y le regala una vaca y continúa hasta su destino protegido por los meregotos.
Se instaló en el Valle de unos indios que los españoles llamaban “Caracas” por una planta que así llamaban los nativos. Se estableció de manera pacífica y fundó un hato y un pueblo que llamó “San Francisco”, en honor al santo de su nombre, en el lugar que hoy ocupa la ciudad de Caracas, de manera que Fajardo es el primer fundador de la ciudad que hoy llamamos Caracas, el precursor de la ciudad, que mas tarde fundaría de manera formal Diego de Losada. En la costa del mar también fundó un puerto, que en honor a su gobernador llamó “Villa del Collado”. Es lo que hoy llamamos Caraballeda.
Allí fomentó su cría, con abundantes pastos y aguas, que rápidamente fue creciendo, todo en armonía con sus vecinos, los toromaimas, los chagaragatos y los teques. Es de aclarar que ninguna tribu se llamaba “los caracas”, ya que ese fue el nombre genérico con que los españoles le dieron a todos esos indígenas, por ser éste el nombre con que una de esas tribus denominaba a una planta muy común en el lugar.
Al año siguiente en Macarao descubrió una mina de oro que comenzó a explotar. Pero el codicioso gobernador Collado, al conocer del oro encontrado por Fajardo, lo destituyó y nombró en su lugar a uno de los suyos, dándole a Fajardo el simple cargo de autoridad de la Villa del Collado. Pero el sustituto de Fajardo que no tenía ni las habilidades, ni el valor de Fajardo, entró rápidamente en conflicto con los indios caracas de Guaicaipuro y temeroso, abandonó el lugar. Luego Collado envió al fundador de Mérida Juan Rodríguez Suarez, veterano conquistador que guerreó con Guaicaipuro y lo venció en varios combates, lo que llevó al cacique a pedir la paz a lo que Rodríguez Suarez accedió. En el lugar donde Fajardo había fundado su hato San Francisco, Rodríguez Suárez funda la Villa San Francisco poblándolo con varios vecinos y con sus tres pequeños niños, pero tan pronto partió Rodríguez a trabajar en las minas Guaicaipuro rompió su palabra empeñada en el armisticio y atacó la indefensa Villa San Francisco, asesinando a todos los desarmados pobladores, incluso a los pequeños niños de Rodríguez, quemando las casas y matando a todo el ganado. Mas tarde, cuando Rodríguez Suárez viaja con media docena de españoles a combatir al Tirano Aguirre que se encontraba por Valencia, es emboscado por centenares de guerreros de Guaicaipuro y luego de tres días de bizarros combates muere. A todas estas, Fajardo, casi solo en el puerto de Villa del Collado, pide ayuda al gobernador Collado en el Tocuyo, pero el apoyo que sale de aquella ciudad es emboscado por arahuacos y meregotos a mitad de camino y la expedición resulta aniquilada. Ante el cerco que le ponen los indígenas evacua El Collado hacia Borburata y Margarita.
EL FIN DE FAJARDO
Para 1564 el incansable y perseverante Fajardo tenía lista una nueva expedición. Contaba con soldados, caballos y equipo suficiente. Pero una vez más los resentidos y envidiosos le iban a jugar una mala pasada. Al desembarcar en Cumaná, buscando más voluntarios para su expedición, el justicia mayor de aquella ciudad Alonso Cobos lo hizo apresar y luego de un juicio sumario lo ejecutó. Pero los aguerridos margariteños no dejaron las cosas así. Españoles de Margarita, mestizos y Guaiqueríes comandados por el justicia mayor de la isla cruzaron el mar, detuvieron a Cobos y luego de juzgado fue ahorcado y su cuerpo dividido en cuartos. Al gobernador Collado tampoco le fue bien; luego de derrotado el Tirano Aguirre fue acusado de cobardía, destituido y enviado preso a España donde estuvo a punto de ser ejecutado.
Esa fue la vida de Francisco Fajardo, uno de los primeros venezolanos, ni español ni amerindio, sino un genuino representante de la nueva raza. Un hombre amante de su familia, de su madre y sus hermanos, que siempre lo acompañaron en sus aventuras, un hombre emprendedor, innovador, perseverante y valiente, que no se daba por vencido, cuyo único sueño era salir de la pobreza con el trabajo duro, sembrando, criando ganado y explotando minas. Un hombre inteligente, políglota, que igual se entendía con los guerreros guaiqueríes que con los más altos funcionarios de la Real Audiencia en Santo Domingo. Fue una víctima de los resentidos, de los envidiosos, de los mediocres, de los que quieren enriquecerse con el trabajo de los demás. Esos fueron sus enemigos ayer y lo siguen siendo hoy en día, quinientos años después.
Referencias:
Gerendas Kiss, Alejandro. “Historia de Venezuela Narrada año por año” Editorial Edimax. Caracas. 2005
Hermano Nectario María. “HISTORIA DE VENEZUELA” Edit. Venezuela. Caracas 1943
Oviedo y Baños, José de. “Los Bélzares. El Tirano Aguirre. Diego de Lozada” Monte Ávila Editores. Caracas. Tipografía Vargas. 1972
DICCIONARIO POLAR DE HISTORIA DE VENEZUELA (Edición Digital)