Abril de 1915, uno de los venezolanos más universales, Rafael de Nogales Méndez marcha al mando de 12.000 soldados turcos. Es encargado por Enver Pachá, líder militar del imperio Otomano (Turquía) de presionar el cerco militar contra la ciudad de Van en Armenia, en el marco de una de las guerras más sangrientas de la humanidad.
Los armenios conocidos por su ferocidad, mantenían al menos 30.000 efectivos militares contrarrestando los 20 días de asedio continuo de los obuses y cañones turcos para avanzar hacia las posiciones de las potencias europeas, en especial su principal enemigo, Rusia.
Nogales, que era un «Giaur» o un «Perro cristiano», estaba paradójicamente liderando las tropas del Islam contra las tropas armenias de religión cristiana, era parte de la primera guerra mundial donde Turquía apoyaba a Alemania y los Armenios a las potencias centrales, pero al mismo tiempo también parte de una guerra religiosa. El venezolano, honrado con tan prominente cargo por su experiencia militar y su reputación en Europa, se vio enseguida en medio de una guerra brutal y religiosa más allá de sus esquemas.
Van fue la ciudad más difícil de sitiar de toda la campaña del Medio Oriente, Nogales casi estaba sordo por el actuar de las ametralladoras y los cañones, comandaba directamente a sus hombres en medio de los escombros y el fuego.
Tras los muros de la ciudad en ruinas se oía a los soldados armenios gritar para desalentar a los turcos: «¿Por qué habeis aceptado como jefe a ese Giaur? ¿No veis que solo es un maldito perro cristiano como nosotros?.
LA CAÍDA DE VAN Y EL GENOCIDIO ARMENIO
Este venezolano, líder de las tropas turcas en el asedio de Van en Armenia, se enfrenta a uno de los escenarios más sangrientos de su vida, pese a su experiencia como militar en muchas guerras por todo el mundo.
Moros contra cristianos en medio de la Primera Guerra Mundial, así podría dibujarse la cruzada moderna en la que estaba metido el personaje, con la paradoja de que no siendo musulmán, comandaba la fuerza más importante del Islam otomano en Oriente Medio.
Nogales centró su parte del asedio en la irrupción de las tropas a la ciudadela para tomar el control, mientras otros oficiales se centraban netamente en el asesinato sistemático de la población, armada o no.
Al tomar la ciudad perdiendo gran parte de sus hombres, entrega el mando a un gobernador turco llamado Djevded, con quien inicia una confrontación por la vida del resto de cristianos y sobre todo por la misión norteamericana que permanecía en uno de los pocos edificios en pie, pues la idea de Djevded era bombardearlos o decapitarlos a todos.
El venezolano no tenía una ideología o un fanatismo religioso que pudiera definir su participación en la guerra, tan solo era un hombre obsesionado con el combate que intentó ingresar a ejércitos ubicados en ambos extremos de la Gran Guerra, y fue entre Alemania y Turquía quienes le ofrecieron un alto rango adecuado a su experiencia.
Nogales no podía permanecer mucho más tiempo en Van, pues un ejército de cosacos rusos se dirigía a toda velocidad y armados hasta los dientes a retomar el campo y relevar a los armenios. Las vidas de los cristianos quedaron en manos del gobernador turco que cometió las peores atrocidades conocidas en esa zona del mundo durante la Primera Guerra Mundial.
Rafael de Nogales Mendez se prepara para partir a repeler a 30.000 efectivos rusos que vienen a romper el cerco otomano, pero su vida peligra, de mano de sus propios aliados de batalla.
EL TESTIMONIO FINAL
Nogales ha tomado la ciudad de Van, pero entra en conflicto con sus superiores. La orden es asesinar a cristianos civiles, las pugnas con el nuevo gobernador Djevded empiezan una tensión importante. Nogales Méndez no deja de ser un «perro cristiano».
Le exige al gobernador no bombardear la misión cristiana que aún queda en pie donde permanecían los sobrevivientes armenios, con un tono irónico éste responde «Lo siento, mon cher camarade» mientras conspira con sus hombres como deshacerse de quien ahora estorba.
Nogales es designado para defender la ciudad, hecho que aprovecha Djevded para deshacerse de él, pues se aproxima un ejército de 30.000 rusos para romper el cerco y retomar el sitio.
Escribe Rafael de Nogales en sus memorias: «Al partir, la intención de Djevded fue la de ordenar el bombardeo de la misión cristiana por temer que se rebelaran en Constantinopla (…) ordenó al comandante Budhan-Ed-Din seleccionar mi escolta de los hombres de su confianza, lo que significaba que podrían asesinarme limpiamente en el viaje. Conocía el plan y convoqué a los hombres que habían servido bajo mi mando hasta ahora, les dije sin ambajes lo que pensaba. Mostraron tal disgusto por la mala fe del gobernador que se ofrecieron naturalmente a protegerme. Al siguiente día partí al desfiladero de Kotur Dagh (frontera ruso-persa) sin que Djevded pudiera tocarme (…). A 12 horas de mi marcha Djevded lanzaba 26 bombas sobre los edificios de la misión cristiana, quedaron demolidos y resultaron muertos. Era un cruel atentado que no se habría cometido mientras yo estuviese rigiendo el sitio».
Sin intentar defender al mercenario venezolano, para la historiografía mundial resultó uno de los pocos y fiables testimonios para que occidente conociera la magnitud de la masacre que llevaron a cabo varios de los mandatarios militares y civiles de Turquía sobre los armenios de la ciudad de Van.
Este es solo un episodio de una vida de película de este pequeño militar venezolano nacido en San Cristóbal y que no pasaba de 1.65 cm, que recorrió el mundo entero con una obsesión enorme por participar en cuanto combate se le presentaba en frente, pues como bien decía: «Si ves una buena guerra, no lo dudes, ve a ella».
Referencias:
Almarza, Pedro: Nogales Bey. San Cristóbal, Diculta, 1997.
Nogales Méndez, Rafael de: Memorias. Traducción y prólogo de Ana Mercedes Pérez. Caracas, Biblioteca Ayacucho, 1991.
Nogales Rafael: 4 años bajo la media luna. 1925
Quero, Mirela: Rafael de Nogales Méndez. Ediciones El Nacional