Cuando leemos el segundo tomo de la conocida Autobiografía del general José Antonio Páez nos encontramos con un nombre bastante peculiar: Miguel Rola. En efecto el propio Páez lo nombra por ejemplo en una carta a José Gregorio Monagas:
“Aprovecho pues la presencia de este amigo para trasmitir a usted los sentimientos de un compañero que solo espera saber los suyos, para ver terminadas las diferencias políticas que median entre miembros de un mismo cuerpo. Le acompaña mi ayudante de campo, el primer comandante Miguel Rola, que fiel intérprete de mi opinión y mis pacíficos deseos, va autorizado en unión de Figueras, para derramarlos en su corazón, con toda la franqueza militar, y para hacer suspender las hostilidades a las divisiones del ejército en el momento mismo que usted practique igual operación en las suyas…”.
Era el año de 1831. Los jefes de oriente, encabezados por José Gregorio Monagas habían desconocido la recién promulgada “Constitución Valenciana”, la que nos independizaba de Colombia, y redactada en nuestra ciudad. Los orientales se alzan en armas en contra de la constitución venezolana pidiendo regresar a ser un departamento de Colombia.

Luego de varios episodios, que no son de comentar aquí, Páez envía a parlamentar con el general oriental alzado a un hombre de su entera confianza, es el ucraniano comandante Miguel Mola.
La rebelión resultará sofocada ¿Pero quién es este hombre, nacido en tierras tan lejanas, y cómo llegó a ser subalterno de Páez?
Su nombre verdadero era Mykháylo Skybýtskyi, un noble y terrateniente nacido al oeste de Ucrania. Ucrania, un país con cultura, idioma e identidad propia, siempre ha sufrido la voracidad de su inmenso y ambicioso vecino: Rusia, que más de una vez trató de asimilarla como parte de ella, enfrentándose siempre a la férrea defensa de los ucranianos.
Rola, siendo un joven militar nacionalista, participó en conspiraciones contra los rusos y al ser perseguido escapó. Luego de un periplo por Europa va a dar a Inglaterra, donde lo contactan los agentes de Bolívar que estaban contratando militares para la guerra y así termina en La Guaira. Es el primer ucraniano que viene a Venezuela.
Cuando le preguntaron en La Guaira su nombre: Mykháylo Skybýtskyi, aquello no lo podía pronunciar nadie, a los criollos les parecía un trabalenguas y tradujo su nombre de pila a Miguel (San Miguel es el patrono de Kiev, capital de Ucrania) y el apellido por sonar parecido a su escudo de noble. Con el nombre de Miguel Rola se le conocerá en América.

De La Guaira lo remiten al Sur, a las órdenes de Sucre, quien asigna al nuevo oficial al estado mayor. En el Perú le toca “estrenarse” en la última gran batalla por la independencia suramericana: En Ayacucho el 9 de diciembre de 1824. En la gran batalla recibe una herida en un brazo y por su valor es ascendido a capitán y recibe una condecoración.
Una vez recuperado, participa en el asedio y toma de la fortaleza de El Callao, también en Perú, último bastión realista en América, que cae el 23 de enero de 1826 donde demostró sus cualidades de artillero e ingeniero militar.
Estas cualidades de ingeniero o arquitecto Rola ya las había demostrado cuando en 1825, Rola le envía al gobierno de Colombia un proyecto para levantar una columna ática en el lugar de la batalla de Carabobo. En efecto esto lo hace atendiendo a un decreto del Congreso de Colombia del 20 de julio de 1821, que en una de sus partes ordena levantar dicho monumento en el campo de la batalla definitiva de Venezuela.
El ingeniero militar señala:
“ he dibujado el plano de esta columna siguiendo las reglas que nos han dejado los antiguos en los monumentos clásicos… sobre el capitel coloqué la rotunda del panteón coronada por un trofeo en forma de las fasces romanas figurando de este modo las armas del escudo de Colombia el cual por su forma clásica está en armonía perfecta con los adornos usados en arquitectura… esta columna es de orden corintio, tiene una base ática conforme a la expresión del artículo quinto del decreto congresal. Efectivamente la base ática es la más perfecta y la más hermosa de todas porque junta la solidez con la gracia y aunque pertenezca propiamente al orden dórico, no obstante es lícito trasladarla al orden corintio con tal de que se complazca con la armonía y ciertos límites determinados de lo que hay muchos ejemplares legalizados por los maestros…”

De manera que es el ucraniano, en 1825, apenas cuatro años después de la batalla, junto a otros dos americanos, de los primeros que proyecta un monumento para la Batalla de Carabobo.
Una vez que regresó a Venezuela en 1831 donde sirve a las órdenes de Páez, siendo factor fundamental en los tratados de paz con Monagas que superaron el movimiento secesionista de oriente. Leamos nuevamente a Páez:
“GENERAL José Tadeo Monagas:
CALABOZO, junio 7.
Los comandantes Manuel Figuera y Miguel Rola me han informado del resultado de la comisión que puse a su cargo para convenir con V. S. acerca del lugar y día en que debiera tener efecto una entrevista, y estoy decidido a concurrir al Valle de la Pascua del 16 al 20 del presente mes, conforme a lo acordado.”
Mas tarde fue enviado por el gobierno venezolano a Europa en misión oficial.
Luego regresó a Ucrania, sometida por los rusos quienes lo confinaron primero a sus tierras y luego lo volvieron a apresar. Murió encarcelado en 1847. Aquí poco se le recuerda, pero en Perú se le honra con retratos en instituciones oficiales y dos estatuas en vías principales.




