ARPA, CUATRO Y MARACAS
CONFORMAN UN BUEN SARAO
SIENDO EL PRIMER INVITAO
EL BENEMÉRITO DE CARACAS
EL BAGRE A LAS MARACAS,
VA SU HIJO AL ARPA SIN BROLLO
¿Y PARA EL CUATRO CRIOLLO
DIGAN QUIÉN ES EXQUISITO?
EN CUATRO, EL BUENO ES JUANCHITO!
(La copla de Miraflores)
El magnicidio es el asesinato de una persona con gran importancia política, alguien que tiene mucha influencia o un cargo muy poderoso. No tiene necesariamente que ser el presidente. Se puede tratar de un príncipe, un rey, un ministro, etc., alguien que tenga mucha importancia política. El primer magnicidio de nuestra historia moderna es el asesinato ocurrido en el Palacio de Miraflores la noche del 30 de junio de 1923 cuando fue asesinado a puñaladas el Primer Vicepresidente de la República y Gobernador del Distrito Federal Juancho Gómez. Se trató de la más sórdida trama de corrupción, nepotismo, falta de escrúpulos, intriga, engaño, violencia, poder, ambición, celos, pasiones y hasta depravaciones, que nos hacen recordar a las leyendas de la familia Borgia en la lejana Italia del siglo XIII.
Hay que conocer el entorno familiar, social y político-militar para entender el drama.
En tiempos de represión, miedo, secretismo y censura total no había prensa que informara, tampoco expedientes judiciales confiables. Todo lo controlaba el régimen que no permitía que se supiera nada de la vergonzosa verdad, pero quedan la tradición oral y la prensa extranjera de esos días. También los libros que luego de muerto el dictador se han publicado y recogen las versiones extraoficiales que circularon en esos tiempos. Los relatos de los pocos sobrevivientes que pudieron hablar. De allí vienen nuestras fuentes.
Eran tiempos de la feroz tiranía de Juan Vicente Gómez. El presidente Gómez tenía dos vicepresidentes: el primer Vicepresidente era su hermano Juan Crisóstomo Gómez (Juancho) y el Segundo Vicepresidente era el hijo del dictador, José Vicente Gómez Bello (Vicentico). Juancho también era gobernador del Distrito Federal y Vicentico era a su vez era inspector general del ejército, que en la práctica era la más alta jerarquía militar.
José Vicente Gómez Bello (Vicentico), era uno de los hijos adulterinos de la primera concubina del Gómez, Dionisia Bello. Dionisia era una bella muchacha casada en San Cristóbal con un pobre hombre de apellido Torres, con quien tenía dos hijas. Cuando Juan Vicente, que era un criador de ganado, de mejor posición económica, le ofreció a Dionisia abandonar a su esposo para irse con él, la muchacha no lo pensó dos veces y abandono al marido , a las hijas y a la pobreza.
JUANCHITO
Juancho era un sujeto muy distinto a su hermano, casi diametralmente opuesto. Mientras el dictador era un militar nato, ávido de poder, Juancho nunca tuvo carrera militar (aunque lo llamaban general) y no se le conoció particular ambición de poder. Juan Vicente, pese a haber amasado millones a la sombra del poder, era un hombre de costumbres campechanas, vestía casi siempre con un liquiliqui de dril, gustaba de vivir alejado de Caracas y se acompañaba de gente sencilla, campesinos y preferiblemente paisanos andinos y disfrutaba del campo, sus haciendas y su ganado, mientras que Juancho (Juanchito para sus íntimos) vestía a la más moderna moda europea, siempre con finos trajes, bien perfumado, le encantaba la vida de la sociedad caraqueña y era amante del teatro y la ópera. Mientras el dictador era todo un padrote, engendrando hijos en dos concubinas notorias e infinidad de otras mujeres, a “Juanchito” no se le conoció ni esposa, ni novia, ni mujer. No se le conocían hijos, pero se le veía siempre acompañado de jóvenes oficiales andinos o elegantes patiquines caraqueños.
Aquella madrugada del 30 de junio el cuerpo de Juancho fue encontrado por su servidumbre en su habitación del palacio de Miraflores con varias puñaladas en el cuerpo que le habían causado la muerte. Miraflores servía simultáneamente como residencia presidencial y sede del poder ejecutivo (no es como ahora que la residencia es La Casona y Miraflores es el despacho del presidente).
Como es natural el revuelo y la alarma no se hicieron esperar. Lo primero que hicieron las autoridades de la dictadura fue acusar a la resistencia, que mayormente se encontraba en el exilio. Los pocos enemigos conocidos del gobierno que se encontraban en el país fueron perseguidos implacablemente. Se detuvo a centenares de ciudadanos que absolutamente nada tenían que ver con el crimen, por el sólo hecho de ser los “habituales sospechosos”. Pero la oposición nada tenía que ver.
CHERCHEZ LA FEMME
Poco tiempo antes, Juan Vicente Gómez había estado enfermo. En el entorno del poder se hablaba de la sucesión. Había un grupo, amigos de Vicentico, que creían que el sucesor natural del dictador debía ser su hijo. Entre estos estaban la madre del joven general Dionisia Bello y su esposa Josefina Revenga Sosa, una bella jovencita de la sociedad caraqueña. Esta muchacha tuvo la osadía de decir en público “Cuando será que se va a morir el viejo para que Vicentico sea presidente”. Eran los llamados “vicentistas”, que incluían a jóvenes militares, a los otros hijos de Dionisia, y a un grupo de caraqueños relacionados con los otros hijos e hijas de Dionisia, la mujer que había hecho casar a toda su prole con miembros de la sociedad capitalina. Por otro lado estaban los que rodeaban a Juanchito, los “juanchistas”el primer sucesor en el orden constitucional. Con él estaban la mayoría de los viejos militares andinos: los otros hermanos del dictador, sus hermanas Regina, Ana, Indalecia, Elvira y Emilia y sus maridos, todos generales, el primo Eustoquio, y los viejos militares andinos. Esta gente no veía con buenos ojos que el joven Vicentico accediera al poder pasando sobre todos ellos, viejos militares curtidos en las batallas. Vicentico había sido nombrado general por su padre a los 23 años, sin echar un solo tiro ni pasar nunca por una escuela militar.
Otra de las razones de la ruptura dentro de los Gómez fue que el dictador abandonó a Dionisia, ya cuarentona, y hizo su nueva barragana a una jovencita caraqueña de 16 años, Dolores Amelia Núñez, hija de un abogado bien posicionado en la sociedad caraqueña. Esta pérdida de influencia de los Gómez-Bello acentuó la fractura en el clan.
Ahora bien, otro miembro del clan, el pérfido Santos Matute Gómez, primo o medio hermano del presidente, proxeneta dueño de garitos y burdeles, pedófilo que compraba humildes niñas campesinas para ponerlas a trabajar en sus prostíbulos, varias veces presidente de estados, había abandonado a su concubina de toda la vida y con la intención de atornillarse a la familia dueña del poder, pactó con Dionisia el matrimonio con Margarita Torres, hija del matrimonio de Dionisia con el pobre Torres y media hermana de Vicentico. Esta era una mujer ya no tan joven, que no había conseguido alguien que se casara con ella y que corría el riesgo de quedarse solterona. Ganancia para todos: Margarita conseguía marido, Dionisia terminaba por casar a la última hija que le quedaba soltera y Santos se casaba con una dama de la familia.
Juanchito y Eustoquio, ya habían tenido varios encontronazos con el clan de Dionisia/Juanchito y al enterarse del pactado matrimonio en el cual Santos Matute pasaba a engrosar las filas del otro clan se sintieron preocupados al perder una importante ficha de las suyas que se sumaba a los contrarios.
Juancho buscó a Santos y le dijo que la hija de Dionisia no era una mujer decente. Que estaba soltera por su mala conducta y no era recomendable ese matrimonio. Que quedaría como un pendejo si celebraba esa unión. Santos Matute Gómez se sintió burlado, entró en cólera, inmediatamente fue a casa de Dionisia y Margarita y luego de gritos y toda clase de improperios desbarató el compromiso. Margarita, al ver que partía su último tren, quedó desecha en un mar de lágrimas.
Al día siguiente la pobre Margarita humillada y despreciada, apareció en su cuarto con un tiro en la cabeza. Nunca se supo si se suicidó o la mando a matar Santos. Dionisia, llena de dolor y de ira ante la muerte de su hija, juró venganza.
LOS AMIGOS DE JUANCHITO
Según una de las versiones, Juanchito había relegado en sus preferencias a uno de los jóvenes oficiales de su entorno íntimo, un militar llamado Isidro Barrientos, por lo cual el hombre se encontraba bastante dolido. No podía perdonar que Juanchito lo había desplazado por otro joven militar. Dionisia y Vicentico habrían entrado en contacto con este militar para matar dos pájaros de un solo tiro: Se cobraba la venganza por la afrenta sufrida y a la vez se eliminaba el único obstáculo entre Vicentico y la presidencia. Al resentido oficial se le habrían ofrecido prebendas y ascensos para cuando todo estuviese hecho.
Es así como aquella noche, bien por si mismo o por medio de algún soldado de los que montaban guardia en el Palacio de Miraflores, entran en la habitación de Juancho y lo matan. Tiene que haber sido alguien del extremo cÍrculo de Miraflores, alguien que conocía los aposentos y que tuviera libre acceso a todas las áreas, pasadizos y aposentos. Alguien para quien no eran obstáculos los muros, las cercas, los soldados, ni los sagrados que custodiaban el palacio. Y Barrientos era un asiduo visitante del Palacio, por su relación con Juanchito.
Según otra de las versiones, la muerte de Juanchito fue una consecuencia indeseada de un plan ideado por Dionisia y Vicentico. Originalmente el plan consistía en contratar a un soldado de la guardia, para fingir un atentado al propio Gómez, inculpando a Juancho, para que perdiera la confianza de su hermano, pero todo se enredó y el soldado terminó matando al vicepresidente. Era como se dice hoy hacer un “falso positivo” para que Gómez sospechara de su hermano.
Al saberse la noticia el terror cunde en toda Venezuela, la gente sabía que vendría una terrible ola de represión y tortura. En un primer momento la dictadura trató de inculpar a la oposición, encarcelando a todo el enemigo conocido que encontraran, pero puertas adentro las averiguaciones iban en contra del personal de Miraflores. Fueron hechos presos y torturados absolutamente todos los soldados y oficiales de guardia esa noche y muchos de los destacados en la custodia de Miraflores que no estaban de servicio. También se torturó salvajemente a la servidumbre civil, incluyendo a varias mujeres inocentes. Esta barbarie de sangre la dirigieron Eloy Tarazona el espaldero colombiano de confianza de Gómez y Julio Hidalgo, el sustituto de Juancho y gobernador encargado.
ECHARLE TIERRITA AL ASUNTO
El cuerpo de Juanchito fue enterrado inmediatamente sin autopsia por órdenes de Gómez. El general ordenó que no se hablara más nunca del asunto. En total se calcula que fueron asesinados luego de los interrogatorios y torturas todos los sirvientes civiles (hombres y mujeres), la tropa de guardia ese día y el oficial Barrientos, en total unas quince a veinte personas. La muerte era la mejor manera de silenciar toda la trama de perversión que había originado la muerte de Juancho.
Al poco tiempo, Gómez hizo reformar la constitución y eliminó las figuras del Vice-presidente. A Vicentico lo separó del ejército, le prohibió usar más el uniforme y finalmente le ordenó irse de Venezuela junto con su madre con una buena cantidad de millones que les permitieron comprar un castillo en Francia…. Pero el siniestro hijo mayor no disfrutó mucho sus millones… a los pocos años murió de tuberculosis, mucho antes de que muriera su padre. Hay quienes dicen que Vicentico murió mas bien envenenado. Esta es parte de la historia.
Fuentes:
Cordero Velásquez, Luis. “Gómez y las Fuerzas Vivas” Edit. Lumego. Caracas 1971
Gallegos, Gerardo. “Juancho Gómez, un drama de la realidad americana”. Coop. De Artes Gráficas. Caracas 1937
Lavin, John. “Una Aureola Para Gómez” Distribuidora Continental. Caracas.
Sulbarán, Pablo. “El Misterio de Miraflores ¿Quién Mató a Juancho Gómez?” Publicaciones Seleven Caracas
Diccionario Polar de Historia de Venezuela.
La tradición oral.